DANIELA CAMEZZANA

SOBRE EL TRABAJO

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Cuatro viejos juegan a las cartas en la vereda. Todos los días cuando salgo a la calle, registro la misma escena debajo del toldo de la verdulería. A veces escucho pedazos de charlas ahogadas por el sonido ambiente como pasa en las películas de INCAA Tv. La obra es adentro, en el corazón de la manzana, entre la música del vecino y el gato que maúlla en celo. Cuatro paredes de por medio, me inventé una vida para dejar pasar (este) (el) invierno. Estar en una es el encuentro con la completa quietud del aire a la tarde. La continuidad de la acción en la calma.

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Sobre el ciclo REFUGIARSE:

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Mi casa contiene las cosas de una casa. Pero sobre todo me contiene, me deja ser como quiero, como me sale serlo. Dentro de ella descanso del mundo, lo espío desde una ventana que inventé en mi cuarto, donde puedo ver el cielo desde la cama. Desde hace un tiempo, aunque vivo solo, se llena de gente. Personas que quieren inventarse a sí propias, y acaban por crear de mi casa una otra. Por eso cada vez que la miro la descubro, porque no deja de cambiar frente a mis ojos. Ya la vi hecha agua en días soleados, volverse torre con sus cosas, la vi desnuda sin su techo que la abriga. Hace tiempo que con tanta gente, mi casa puede ser casa sin mí. Debería dejar de decir mi casa, y decirle solo casa, la casa.

La casa que se cuida sola. He llegado de días sin habitarla y ahí estaba, tan brillante como siempre.

 

Como si hubiese sido poblada por fantasmas que la dejan ser casa mientras nadie más está. Tal vez ya son muchas las llaves duplicadas. Lo cierto es que ahora la gente llega a ella para componer. Y la casa quiere eso, que la compongan. Quiere ser espacio, un adentro posible, en potencia de ser lo que fuera. Desde entonces la casa se autopercibe refugio, o búnker, o teatro, o casa está bien también. Y estos años fueron difíciles, y como la mía muchas otras casas se transformaron para juntarnos, cuando ya no hay más espacios, cuando se necesita un adentro, ahí aparecen estas casas para reunirnos.

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Este año pensé en REFUGIARSE como lugar de contención de ideas y deseos postergados, un asilo a proyectos que necesiten de espacios blandos. Por eso en mi casa, propuse convidar de ella a artistas de la ciudad de La Plata, para que la usen como quieran, la desarmen, y una vez en partes la vuelvan a desarmar para ver que tan flexible es.

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Este diciembre se abren las puertas para presenciar ESTAR EN UNA, el primer proyecto de este ciclo que el año que viene augura seguir alojando nuevas propuestas.

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Iván Haidar

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